Funciones de un Vigilante de Seguridad

El papel del vigilante de seguridad ha evolucionado notablemente en los últimos años, adaptándose a un entorno cada vez más exigente, digitalizado y regulado. Lejos de limitarse a custodiar instalaciones, estos profesionales son ahora una figura clave en la protección de personas, infraestructuras críticas y sistemas complejos. A continuación, te mostramos todo lo que implica esta profesión hoy en día, tanto en funciones como en deberes y especializaciones.

La importancia estratégica del vigilante de seguridad

En pleno 2025, la seguridad privada ya no es simplemente un complemento a las fuerzas del orden. Se ha convertido en un componente esencial en sectores como el transporte, la sanidad, el sistema financiero, los eventos multitudinarios y la protección de infraestructuras tecnológicas. El vigilante de seguridad actúa como primer filtro de prevención, siendo responsable no solo de detectar amenazas, sino también de gestionar situaciones de emergencia y coordinar acciones con cuerpos policiales si es necesario.

Su presencia no se limita a edificios corporativos o almacenes; también operan en aeropuertos, hospitales, instalaciones gubernamentales, centros educativos y hasta plataformas digitales que requieren protección física de sus servidores y personal técnico.

¿Qué funciones cumple un vigilante de seguridad hoy?

Las funciones principales de un vigilante de seguridad siguen estando recogidas en el marco legal de la Ley de Seguridad Privada, pero su aplicación práctica ha ido ganando complejidad. A diario, estos profesionales ejercen tareas de vigilancia activa y control operativo, adaptadas a los riesgos específicos de cada entorno.

Entre sus responsabilidades habituales está la protección física de bienes inmuebles y muebles, así como de las personas que se encuentren dentro de un área asignada. Esto no solo implica una presencia disuasoria, sino también la gestión de accesos, la verificación de identidades y la supervisión de sistemas de videovigilancia avanzados.

Asimismo, el vigilante debe intervenir en situaciones de riesgo, actuando ante intentos de intrusión, vandalismo, robo o cualquier infracción legal relacionada con su área de custodia. Si detecta un delito o identifica a una persona sospechosa, tiene la obligación de ponerla a disposición de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, junto con cualquier prueba o efecto vinculado a la infracción.

El uso de tecnología en la vigilancia moderna

Hoy en día, la tecnología forma parte inseparable de la labor del vigilante de seguridad. Ya no se trata simplemente de observar y reportar: el profesional debe saber manejar herramientas como sistemas de control de accesos biométricos, lectores de matrículas, sensores térmicos, escáneres de rayos X y plataformas de videovigilancia con inteligencia artificial.

Además, muchos centros operativos han incorporado software de gestión de incidencias y comunicación directa con cuerpos policiales, lo que exige una formación técnica que antes no era necesaria. Por eso, la capacitación continua se ha vuelto esencial para mantenerse vigente y competente en esta profesión.

Deberes profesionales que todo vigilante debe conocer

Más allá de sus funciones operativas, todo vigilante tiene que cumplir con deberes éticos y normativos que garantizan el correcto desempeño de su labor. Debe portar siempre su Tarjeta de Identificación Profesional (TIP), colaborar con las fuerzas del orden cuando sea requerido, y respetar los derechos fundamentales de los ciudadanos durante el ejercicio de sus funciones.

También está obligado a limitar sus actuaciones al entorno designado por contrato, a menos que la ley permita lo contrario en situaciones específicas. No puede retener documentos de identidad ni hacer interrogatorios, pero sí realizar comprobaciones preventivas en caso de riesgo evidente.

Vigilancia de explosivos: un rol con exigencias particulares

En el caso de los vigilantes especializados en explosivos, la normativa es aún más rigurosa. Estos profesionales deben estar integrados en una empresa habilitada específicamente y encargarse de la protección durante el transporte, almacenamiento y uso de materiales peligrosos, como explosivos industriales o sustancias químicas altamente sensibles.

Deben seguir protocolos muy estrictos en cuanto a manipulación, señalización, tiempos de custodia y reacción ante incidentes. Además, están sujetos a controles adicionales en cuanto a uniformidad, armamento y aptitud física, todo regulado por el Ministerio del Interior y la legislación vigente.

Escoltas privados: más allá de la protección física

Dentro del ámbito de la seguridad privada también se encuentran los escoltas privados, cuya función es proteger a personas concretas en riesgo de ser objeto de agresión, secuestro o amenazas. En 2025, esta figura se ha vuelto clave en entornos de alta exposición mediática o política, y también en la protección de empresarios, jueces, diplomáticos y víctimas de violencia de género.

El escolta debe acompañar, vigilar y proteger a la persona asignada, siempre dentro de los límites establecidos por ley. Solo puede usar la fuerza en caso de peligro inminente y, si hay una detención, debe entregar al individuo inmediatamente a las autoridades competentes, sin interrogarlo ni prolongar su custodia.

A diferencia de otros vigilantes, los escoltas no están obligados a vestir uniforme, pero deben cumplir con todas las normativas de seguridad, uso de armas (si procede) y comunicación operativa. Su labor implica también preparación psicológica, técnicas de conducción defensiva y gestión de crisis.

La profesionalización del sector

En el contexto actual, el vigilante de seguridad ha pasado de ser un operario de rutina a un agente preventivo altamente capacitado. Esta transformación ha ido de la mano con la mejora en la formación, el endurecimiento de los requisitos de acceso, el refuerzo normativo y la consolidación de una imagen profesional más reconocida socialmente.

Hoy, quienes desean acceder a esta profesión deben superar un proceso formativo regulado, pruebas físicas y teóricas exigentes, y acreditar una conducta intachable. Además, el entorno laboral ha mejorado gracias a los nuevos convenios colectivos, que incluyen actualizaciones salariales, mejor acceso a especializaciones y formación continua subvencionada.

Conclusión: ¿es rentable ser vigilante de seguridad hoy?

La respuesta es sí. En 2025, el empleo como vigilante de seguridad ofrece estabilidad laboral, sueldos competitivos, posibilidad de ascenso y especialización, y un papel relevante dentro de la estructura de protección nacional. Además, cada vez más empresas valoran este perfil como pieza esencial en sus operaciones, no solo por su función disuasoria, sino también por su capacidad de reacción y control técnico.

Invertir en esta carrera profesional implica adquirir conocimientos prácticos, formación reglada y ética profesional, pero ofrece a cambio un entorno laboral con perspectivas de futuro, mejoras progresivas y un alto nivel de demanda constante en casi todos los sectores.